Ha pasado la cumbre del G20 y en verdad poco es lo que ha pasado. Pero es que cuando un grupo de presidentes se reúnen a puertas cerradas y sin taquígrafos ni grabadoras poco puede esperarse de ello.
Al final se ha logrado lo único que podía esperarse: un documento difícil de encontrar[1] (después de mucho bucear: aquí), bastante retorico, con promesas y pocas medidas, y con un lenguaje al estilo constitucional, es decir, diciendo cosas que dejan felices tanto a libre mercadistas acérrimos como keynesianos. Lo que interesa, dice el documento, es estabilizar el sistema financiero, como si esta necesidad no hubiese estado presente desde siempre. Sobre cómo hacerlo o, más bien, cómo decidir hacerlo, poco se dice.
El sueño del capitalismo regulado, que le ha hecho ganar a Sarkozy el calificativo de ser un socialista salido del closet (ver aquí), parece ir perdiéndose luego de meses de euforia keynesiana.
Pero bueno, la cumbre no fue una pérdida de tiempo. Las declaraciones de intenciones también son importantes y, como todos, aquí estaremos esperando que muchas de ellas se hagan realidad.
[1] Curioso, cuando el mismo documento hace una alegoría de la transparencia y el accountability.
Weekend Roundup
Hace 5 horas
2 comentarios:
¿Es el acuerdo del G-20 aquello que los administrativistas llaman "soft law"?
Francisco, hasta el soft law - si es que realmente tiene sentido hablar de semejante "Law" - tiene un poco más de concreción o al menos esperanzas de ella.
Bueno, ya veremos que nos depara el destino.
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