(Con la autorización del autor)
El aborto en México:
Las críticas que se esperan desde la Izquierda (I)
La sentencia de la Corte Suprema mexicana del 28 de agosto aprobó la eliminación del delito de aborto del código penal del DF durante las primeras doce semanas de gestación. Aunque antes de esta sentencia se discutía primariamente las ventajas y desventajas médicas de no criminalizar el aborto, el efecto inmediato de la legalización es la libertad para abortar, o el aborto por petición. Ante este acontecimiento histórico, la Izquierda ha de asumir el papel que siempre ha desempeñado en la vida pública: desenmascarar una vez más el modo en que los derechos particulares e individualistas sirven para explotar a los débiles.
No cabe duda de que la Derecha liberal ha sido en los últimos siglos partidaria de la libertad individualista, y que esta libertad ha sido eficaz para liberar a la humanidad del feudalismo y de los ciegos tradicionalismos que acortan las posibilidades humanas. La Izquierda socialista ha sido fundamental para el desarrollo de la sociedad por otra razón: ha llamado la atención sobre el hecho de que la pura libertad nos lleva a la ley de la selva, la guerra hobbesiana de todos contra todos, y de que hemos de cuidar que los débiles no pierdan su vida a causa de una libertad incontrolada.
La Izquierda no debe renunciar a esta vocación en los debates sobre el aborto en México, sobre todo frente a lo que puede conseguir a favor de la mujer embarazada. El libre acceso al aborto puede causar un enorme daño a la mujer, como veremos a continuación, no sólo en México sino también en muchos países en desarrollo alrededor del mundo.
I. Primera crítica: el aborto libre aumenta el poder de los hombres
En Estados Unidos se levantó una poderosa voz desde la Izquierda después de que el aborto a petición se legalizó en 1973 -en la famosa sentencia Roe v. Wade- como defensa de “la privacidad”. La voz fue la de la feminista radical Catherine MacKinnon. En su ensayo "La privacidad contra la igualdad" (en Feminism Unmodified 93-102, 1987) explica que "los que proponen y los que se oponen el aborto comparten tácitamente un supuesto, que las mujeres controlan de manera significativa el acto sexual. Investigaciones feministas sugieren lo contrario. El coito … no puede ser asumido simplemente determinado de manera co-igual"(94-95). Agrega que "los hombres controlan la sexualidad…Roe no contradice este hecho" (97).
MacKinnon sigue argumentando:
Siempre que las mujeres no controlemos el acceso a nuestra sexualidad, el aborto facilita la disponibilidad heterosexual de la mujer. En otras palabras, bajo condiciones de no igualdad de género, la liberación sexual en este sentido no libera a las mujeres; libera la agresión sexual varonil. El acceso al aborto elimina la única excusa que quedaba para que las mujeres rehusaran el sexo, más allá del dolor de cabeza. … La Fundación Playboy ha apoyado los derechos de abortar desde el primer día; sigue haciéndolo… (99)
Refiriéndose específicamente a la sentencia Roe, MacKinnon concluye: "La doctrina de la privacidad es un transmisor ideal para este proceso. …[Pues] afirma que, siempre que la sociedad no interfiera, los individuos autónomos se relacionan de manera libre e igual. … Bajo esta luz, el derecho a la privacidad tiene aspecto de agresión presentada como regalo. … Virtualmente cada pizca de control que las mujeres ganaron [en Roe] ha ido directamente a manos de los varones…" (99-101).Los economistas han comprobado el efecto reconocido por MacKinnon. El acceso al aborto ha servido para aumentar la expectativa y la frecuencia del acto sexual entre jóvenes, haciendo más difícil que la joven lo niegue al varón e incrementando los embarazos y las enfermedades sexuales (STDs). (Véase por ejemplo Jonathan Klick y Thomas Stratmann, The Effect of Abortion Legalization on Sexual Behavior: Evidence from Sexually Transmitted Diseases, Journal of Legal Studies (2003).) Me acuerdo de un joven universitario que dijo “Estoy a favor del aborto porque no me gusta usar un condón”. En la misma línea, le pregunté a una universitaria de buena posición económica, que vivía con su novio, si estaba a favor o en contra del aborto. Me respondió "Estoy a favor, ¡pero nunca se lo digo a él!" Si un amante piensa que el aborto es una opción, cuidará menos a su compañera.
Si el derecho de abortar expande y a la vez esconde, la explotación de la mujer estadounidense, quien es relativamente más libre y “empoderada” en comparación con la de los países en desarrollo, ¿qué pasará en un país con mayor tendencia al machismo como lo es México? Veamos una analogía para mostrar cómo aún los derechos en sí mismos aceptables pueden perjudicar a los débiles: Supongamos que en cierta nación la ley limita las horas de trabajo de las mujeres a diez horas por día; pero no impone ningún límite al trabajo de los hombres. Esta ley es evidentemente desigual y daña a las mujeres que tienen la suficiente capacidad y poder para controlar sus propias vidas. Por ejemplo, la ley pondría freno a las jóvenes educadas y bien capacitadas para trabajar las catorce horas diarias necesarias para llegar a la cima de las grandes empresas, manteniendo así la dominación de los hombres en estas empresas. Sin embargo, ¿debe derogarse esta ley? ¿A pesar de que la eliminación de esta ley –sexista por supuesto- causaría gran molestia a muchas más mujeres quienes tendrían que pasar catorce o más horas en una maquiladora? ¿No estaríamos poniendo la carreta delante del caballo? ¿No sería importante que las mujeres llegaran a tener poder fáctico antes de desprotegerlas con la ley?
Lo mismo puede suceder con el derecho al aborto. Quizá se pueda pensar que el libre acceso al aborto es liberador de mujeres de buena posición económica –porque sus profesiones no son fácilmente compatibles con los hijos y por lo tanto el costo de oportunidad al tener un hijo podría ser alto- pero ellas no representan la mayoría de las mujeres ni en los EE.UU. ni menos aún en los países en desarrollo. No debe sorprender que en las encuestas, más mujeres suelen estar en contra del aborto que hombres, salvo entre la gente de los más grandes ingresos, donde es al revés, con más mujeres pro-aborto que hombres. La división principal sobre el aborto no se encuentra entre hombres y mujeres, sino entre las mujeres de estas capas altas que se creen libres, y así ven el aborto como una opción propia y necesaria, y las masas de mujeres que entienden que ese derecho solamente permite que el padre, el marido, el amante, o el empleador -incluso el “padrote”- pueda más fácilmente quitarles una de la pocas satisfacciones de sus vidas: el amor de un hijo o hija.
Aún en los EE.UU., un 64% de mujeres que abortan se sienten presionadas por otras personas. (Vincent M. Rue et al., Induced abortion and traumatic stress, Medical Science Monitor 10(10): SR5-16 (2004).) Las mujeres estadounidenses casi siempre abortan para satisfacer los deseos de personas que no quieren acoger a sus hijos (Frederica Matthews-Green, Real Choices (1994)).
El peligro para la salud de la madre de la legalización del aborto en general es muy controvertido, pero todos parecen estar de acuerdo en que el aborto de una mujer presionada puede terminar en un daño psíquico. (Véase el nuevo reporte sobre el aborto recientemente publicado por la American Psychological Association (2008): http://www.apa.org/releases/abortion-report.pdf.) El Dr. David Fergusson (quien se describe a sí mismo como "ateo y en pro-choice") de Nueva Zelanda ha mostrado la alta incidencia de depresión tras un aborto legal y la necesidad de que las clientes lo sepan y que después reciban la ayuda médica apropiada. (Fergusson, D. M., Boden, J. M., & Horwood, L. J. (2007), Abortion among young women and subsequent life outcomes, Perspectives on Sexual and Reproductive Health, 39(1), 6-12; y Fergusson, D. M., Horwood, L. J., & Ridder, E. M. (2006), Abortion in young women and subsequent mental health, Journal of Child Psychology and Psychiatry, 47, 16-24.)
En los países del tercer mundo, la situación de la mujer puede ser mucho peor. El aborto libre daña a las mujeres porque aumenta el poder de de presión de los hombres, exceptuando el pequeñísimo porcentaje de mujeres de la alta economía, del cual desgraciadamente en ocasiones proviene la única voz femenina que se escucha en los altos organismos nacionales e internacionales. Proclamar por el mundo entero el derecho al aborto es adoptar como el único modelo válido de ser mujer sólo el de las clases sociales acomodadas de los países ricos, o de sus equivalentes en los países en desarrollo. Para no ser cómplices en la desventura de las mujeres no-ricas, habría que liberarlas y empoderarlas frente al sexismo cotidiano y al machismo.
En el fondo, el problema no es tan complicado. La Izquierda siempre nos ha advertido de este gran peligro de los derechos individualistas: Los que toman las decisiones fácticas son los que de verdad poseen los derechos, sin que importe quienes son jurídicamente sus titulares formales.
Quizá alguien diga que aquí se tiñe a las mujeres en los países en desarrollo con colores demasiado grises. Las mujeres embarazadas no son niñas. Son adultas y pueden tomar sus propias decisiones; decir lo contrario sería una especie de paternalismo. A esto, se puede responder que la Derecha liberal responde así a toda crítica al sistema laissez faire. En cambio, la Izquierda no ha estado nunca de acuerdo con eliminar todo maternalismo de la ley mientras que haya grandes diferencias de poder entre clases y entre hombre y mujer. Es importante que la ley nos prohíba vender nuestro derecho a la vida a un tipo rico y cazador; o nuestro derecho a la integridad personal a un impulsivo sadista y mutilador; o nuestro trabajo a una empresa que prohíbe todo derecho sindical a sus obreros o que paga menos del salario mínimo. Si fueran legales tales actos, se facilitarían. La libertad puede perjudicar a la persona que la posea. Quien limpia el banco durante la noche, agradece no tener llave de la caja fuerte.
Richard Stith J.D.(Yale), Ph.D.(Yale)
Valparaiso University School of Law
Valparaiso, Indiana, USA
Tel. 1-219-465-7871;
Las críticas que se esperan desde la Izquierda (I)
La sentencia de la Corte Suprema mexicana del 28 de agosto aprobó la eliminación del delito de aborto del código penal del DF durante las primeras doce semanas de gestación. Aunque antes de esta sentencia se discutía primariamente las ventajas y desventajas médicas de no criminalizar el aborto, el efecto inmediato de la legalización es la libertad para abortar, o el aborto por petición. Ante este acontecimiento histórico, la Izquierda ha de asumir el papel que siempre ha desempeñado en la vida pública: desenmascarar una vez más el modo en que los derechos particulares e individualistas sirven para explotar a los débiles.
No cabe duda de que la Derecha liberal ha sido en los últimos siglos partidaria de la libertad individualista, y que esta libertad ha sido eficaz para liberar a la humanidad del feudalismo y de los ciegos tradicionalismos que acortan las posibilidades humanas. La Izquierda socialista ha sido fundamental para el desarrollo de la sociedad por otra razón: ha llamado la atención sobre el hecho de que la pura libertad nos lleva a la ley de la selva, la guerra hobbesiana de todos contra todos, y de que hemos de cuidar que los débiles no pierdan su vida a causa de una libertad incontrolada.
La Izquierda no debe renunciar a esta vocación en los debates sobre el aborto en México, sobre todo frente a lo que puede conseguir a favor de la mujer embarazada. El libre acceso al aborto puede causar un enorme daño a la mujer, como veremos a continuación, no sólo en México sino también en muchos países en desarrollo alrededor del mundo.
I. Primera crítica: el aborto libre aumenta el poder de los hombres
En Estados Unidos se levantó una poderosa voz desde la Izquierda después de que el aborto a petición se legalizó en 1973 -en la famosa sentencia Roe v. Wade- como defensa de “la privacidad”. La voz fue la de la feminista radical Catherine MacKinnon. En su ensayo "La privacidad contra la igualdad" (en Feminism Unmodified 93-102, 1987) explica que "los que proponen y los que se oponen el aborto comparten tácitamente un supuesto, que las mujeres controlan de manera significativa el acto sexual. Investigaciones feministas sugieren lo contrario. El coito … no puede ser asumido simplemente determinado de manera co-igual"(94-95). Agrega que "los hombres controlan la sexualidad…Roe no contradice este hecho" (97).
MacKinnon sigue argumentando:
Siempre que las mujeres no controlemos el acceso a nuestra sexualidad, el aborto facilita la disponibilidad heterosexual de la mujer. En otras palabras, bajo condiciones de no igualdad de género, la liberación sexual en este sentido no libera a las mujeres; libera la agresión sexual varonil. El acceso al aborto elimina la única excusa que quedaba para que las mujeres rehusaran el sexo, más allá del dolor de cabeza. … La Fundación Playboy ha apoyado los derechos de abortar desde el primer día; sigue haciéndolo… (99)
Refiriéndose específicamente a la sentencia Roe, MacKinnon concluye: "La doctrina de la privacidad es un transmisor ideal para este proceso. …[Pues] afirma que, siempre que la sociedad no interfiera, los individuos autónomos se relacionan de manera libre e igual. … Bajo esta luz, el derecho a la privacidad tiene aspecto de agresión presentada como regalo. … Virtualmente cada pizca de control que las mujeres ganaron [en Roe] ha ido directamente a manos de los varones…" (99-101).Los economistas han comprobado el efecto reconocido por MacKinnon. El acceso al aborto ha servido para aumentar la expectativa y la frecuencia del acto sexual entre jóvenes, haciendo más difícil que la joven lo niegue al varón e incrementando los embarazos y las enfermedades sexuales (STDs). (Véase por ejemplo Jonathan Klick y Thomas Stratmann, The Effect of Abortion Legalization on Sexual Behavior: Evidence from Sexually Transmitted Diseases, Journal of Legal Studies (2003).) Me acuerdo de un joven universitario que dijo “Estoy a favor del aborto porque no me gusta usar un condón”. En la misma línea, le pregunté a una universitaria de buena posición económica, que vivía con su novio, si estaba a favor o en contra del aborto. Me respondió "Estoy a favor, ¡pero nunca se lo digo a él!" Si un amante piensa que el aborto es una opción, cuidará menos a su compañera.
Si el derecho de abortar expande y a la vez esconde, la explotación de la mujer estadounidense, quien es relativamente más libre y “empoderada” en comparación con la de los países en desarrollo, ¿qué pasará en un país con mayor tendencia al machismo como lo es México? Veamos una analogía para mostrar cómo aún los derechos en sí mismos aceptables pueden perjudicar a los débiles: Supongamos que en cierta nación la ley limita las horas de trabajo de las mujeres a diez horas por día; pero no impone ningún límite al trabajo de los hombres. Esta ley es evidentemente desigual y daña a las mujeres que tienen la suficiente capacidad y poder para controlar sus propias vidas. Por ejemplo, la ley pondría freno a las jóvenes educadas y bien capacitadas para trabajar las catorce horas diarias necesarias para llegar a la cima de las grandes empresas, manteniendo así la dominación de los hombres en estas empresas. Sin embargo, ¿debe derogarse esta ley? ¿A pesar de que la eliminación de esta ley –sexista por supuesto- causaría gran molestia a muchas más mujeres quienes tendrían que pasar catorce o más horas en una maquiladora? ¿No estaríamos poniendo la carreta delante del caballo? ¿No sería importante que las mujeres llegaran a tener poder fáctico antes de desprotegerlas con la ley?
Lo mismo puede suceder con el derecho al aborto. Quizá se pueda pensar que el libre acceso al aborto es liberador de mujeres de buena posición económica –porque sus profesiones no son fácilmente compatibles con los hijos y por lo tanto el costo de oportunidad al tener un hijo podría ser alto- pero ellas no representan la mayoría de las mujeres ni en los EE.UU. ni menos aún en los países en desarrollo. No debe sorprender que en las encuestas, más mujeres suelen estar en contra del aborto que hombres, salvo entre la gente de los más grandes ingresos, donde es al revés, con más mujeres pro-aborto que hombres. La división principal sobre el aborto no se encuentra entre hombres y mujeres, sino entre las mujeres de estas capas altas que se creen libres, y así ven el aborto como una opción propia y necesaria, y las masas de mujeres que entienden que ese derecho solamente permite que el padre, el marido, el amante, o el empleador -incluso el “padrote”- pueda más fácilmente quitarles una de la pocas satisfacciones de sus vidas: el amor de un hijo o hija.
Aún en los EE.UU., un 64% de mujeres que abortan se sienten presionadas por otras personas. (Vincent M. Rue et al., Induced abortion and traumatic stress, Medical Science Monitor 10(10): SR5-16 (2004).) Las mujeres estadounidenses casi siempre abortan para satisfacer los deseos de personas que no quieren acoger a sus hijos (Frederica Matthews-Green, Real Choices (1994)).
El peligro para la salud de la madre de la legalización del aborto en general es muy controvertido, pero todos parecen estar de acuerdo en que el aborto de una mujer presionada puede terminar en un daño psíquico. (Véase el nuevo reporte sobre el aborto recientemente publicado por la American Psychological Association (2008): http://www.apa.org/releases/abortion-report.pdf.) El Dr. David Fergusson (quien se describe a sí mismo como "ateo y en pro-choice") de Nueva Zelanda ha mostrado la alta incidencia de depresión tras un aborto legal y la necesidad de que las clientes lo sepan y que después reciban la ayuda médica apropiada. (Fergusson, D. M., Boden, J. M., & Horwood, L. J. (2007), Abortion among young women and subsequent life outcomes, Perspectives on Sexual and Reproductive Health, 39(1), 6-12; y Fergusson, D. M., Horwood, L. J., & Ridder, E. M. (2006), Abortion in young women and subsequent mental health, Journal of Child Psychology and Psychiatry, 47, 16-24.)
En los países del tercer mundo, la situación de la mujer puede ser mucho peor. El aborto libre daña a las mujeres porque aumenta el poder de de presión de los hombres, exceptuando el pequeñísimo porcentaje de mujeres de la alta economía, del cual desgraciadamente en ocasiones proviene la única voz femenina que se escucha en los altos organismos nacionales e internacionales. Proclamar por el mundo entero el derecho al aborto es adoptar como el único modelo válido de ser mujer sólo el de las clases sociales acomodadas de los países ricos, o de sus equivalentes en los países en desarrollo. Para no ser cómplices en la desventura de las mujeres no-ricas, habría que liberarlas y empoderarlas frente al sexismo cotidiano y al machismo.
En el fondo, el problema no es tan complicado. La Izquierda siempre nos ha advertido de este gran peligro de los derechos individualistas: Los que toman las decisiones fácticas son los que de verdad poseen los derechos, sin que importe quienes son jurídicamente sus titulares formales.
Quizá alguien diga que aquí se tiñe a las mujeres en los países en desarrollo con colores demasiado grises. Las mujeres embarazadas no son niñas. Son adultas y pueden tomar sus propias decisiones; decir lo contrario sería una especie de paternalismo. A esto, se puede responder que la Derecha liberal responde así a toda crítica al sistema laissez faire. En cambio, la Izquierda no ha estado nunca de acuerdo con eliminar todo maternalismo de la ley mientras que haya grandes diferencias de poder entre clases y entre hombre y mujer. Es importante que la ley nos prohíba vender nuestro derecho a la vida a un tipo rico y cazador; o nuestro derecho a la integridad personal a un impulsivo sadista y mutilador; o nuestro trabajo a una empresa que prohíbe todo derecho sindical a sus obreros o que paga menos del salario mínimo. Si fueran legales tales actos, se facilitarían. La libertad puede perjudicar a la persona que la posea. Quien limpia el banco durante la noche, agradece no tener llave de la caja fuerte.
Richard Stith J.D.(Yale), Ph.D.(Yale)
Valparaiso University School of Law
Valparaiso, Indiana, USA
Tel. 1-219-465-7871;
0 comentarios:
Publicar un comentario